EXPEDIENTE X

-Tengo que hablar contigo serenamente….. ¿Que te parece esta noche en el garito de Merche?……vente solo……nos vemos chaval…… Agur benhur.

-¿Cómo va la cosa?…..Sí, muy bien…..vale….donde Merche….. a las 11…ok, allí estaré….Chao pescao.

Por aquel entonces vivía del cuento. Bueno, más bien del cuento que había escrito mi amigo Toni. Le habían dado nosecuantos premios como el escritor nobel más chachi y cursi de su generación. Yo le había programado un verano de lujo haciendo la presentación de su obra por distintas ciudades y pueblos de todo el estado.

Allí estábamos, en el extremo de la barra

Allí estábamos, en el extremo de la barra

Toni era un muchachote con muy buen tipo, musculado, moreno, facciones marcadas, labios carnosos, con flequillo y mechas rubias y una mirada perturbadora. Tenía un pequeño tic en la mano izquierda que no le dejaba parar de dar palmaditas en su muslo. Al principio te parecía curioso, luego percibías que a ese jambo le pasaba algo bastante feo.

Aquel día se presentó con unos pantalones blancos de licra algo prietos marcando culito y un polo verde de mercaillo. Llevaba un macuto de cuero muy pequeño ajustado a su hombro.

Le comuniqué la agenda para los meses de junio, julio y agosto. Visitaríamos capitales de provincia del interior y de costa, ciudades más pequeñas, pueblos grandes, pequeños y auténticos puebluchos. A cada una de las sesiones acudirían lo más granaó del mundo literario comarcal. En las ciudades costeras incluso algún literato de prestigio, que,  aprovechando sus vacaciones, se acercaría a ganar algunas monedas y aplausos.

– ¡No me lo puedo creer!, dijo el pájaro.

– Es más sencillo de lo que parece, amigo mío.

El lloraba de alegría, nos abrazábamos y reíamos de forma alternativa. Comimos, bebimos y fumamos durante toda la noche hasta caer derrotados encima de una mullidita alfombra que tenía en el salón de su casa.

Llevaba varios años dedicándome a gestionar el triunfo de los demás, les organizaba sus vidas y les proponía donde invertir los beneficios. Por lo general se trataba de periodos efímeros, unos meses a tope, promociones……y luego habitualmente se desinflaba. Todo dependía de la gracia y genialidad del artista. Se puede gestionar a un oportunista, pero todo tiene un límite.

Conocía a representantes de todo tipo, mediadores con las administraciones públicas, intelectuales, listillos que me ayudaban a programar y a gestionar sus actuaciones, listillas que hacían lo mismo pero con más gracia, gente que me garantizaba unos buenos beneficios que yo administraba y repartía convenientemente. Aquí nadie se quedaba sin su pellizco del pastel.

Pues Toni tenía esa gracia, llevaba dentro de sí un talento innato para un montón de cosas. Escribía cuentos y poesía, tenía un dueto de música con Gabriela, como hobby pilotaba avionetas, y por si fuera poco, le encantaba el cine y se sabía de memoria extensos diálogos de películas. Había veces que hablando con él te venían a la cabeza escenas que ya conocías o te sonaban de algo, realmente no sabías que era real o ficción.

La avioneta de Toni y su hermana

La avioneta de Toni y su hermana

Así que, ese verano prometía que lo íbamos a pasar en grande, viajando  con todos los gastos pagados por los patrocinadores y las autoridades locales. Nos promocionaba Fresas de Huelva y llevábamos unas gorrillas con el anagrama, una enorme fresa con relieve muy muy suave.

Nos acompañaría Gabriela y alternaríamos las lecturas de poesía con pequeños recitales. Versionaban grandes éxitos del reguetón hispano de ayer y de hoy, y de pascuas a ramos improvisaban algún tema original. Su tema estrella era el de esa muchachita.

-Esa linda muchachita que me ama \ Tiene la frescura de la rosa de mañana \
Tiene un ángel que refleja en su mirada \ Ese bomboncito es quien siempre me acompaña…

 –Ay mama! Ay mamasita, me voy a lleva’ a esa muchachita \ Me voy a roba’ esa
muchachita \ Óyelo mi nena, corazón bendito. Óyelo mi nena, corazón bendito \ Me divierte bailando, me enamora cantando…

Grandes letras para grandes artistas.  Lo cierto es que Gabriela enamoraba bailando y cantando.

Gabriela en la estación de Atocha

Gabriela en la estación de Atocha

En la presentación de Alcázar de San Juan nuestra programación dio un giro inesperado. Aparecieron una serie de gogos, en concreto nueve hermosas muchachas, contratadas directamente por nuestros patrocinadores (eso les dije a todos), llevaban grandes racimos de fresas colgando de los pezones, los cuerpos llenos de tatus y parecían estar más ricas que el pan, y eso que decían que las nenas en estas fechas se arrebataban. Estábamos a principios de julio y nos acompañarían el resto de la gira veraniega.

Mis gogos el pasado verano en Lanzarote

Mis gogos el pasado verano en Lanzarote

Una de las chavalas era mi amiga Bea. Estaba pasando una fase divertida. Hacía unos meses me había encargado que le resolviera un pequeño problemilla que le estaba envenenando la vida. Trabajaba en un almacén mayorista de frutas y verduras que se encargaba de colocar el producto que iba perdiendo su frescura habitual y había que sacarle un rendimiento, por pequeño que fuera.

Su jefe era un verdadero hijo de puta, el muy bastardo la quería catar a toda costa, y ante el rechazo le hacía la vida imposible. Con alguna buena escusa conseguí introducirme en la vida de ese desgraciado. Hice migas con su santa abuela en la cafetería que había en la esquina de su calle, donde iba a jugar al julepe con unas amigas. Mi sexapil y gracejo personal engatusaron a esa agradable ex-ama de casa. Ya teníamos los billetes para las islas Canarias. Me llegó a querer más que a su propia vida, y en ese trance conversé con su amado nieto.

-O dejas tranquila a mi colega o me cargo a disgustos a tu queridísima yaya.

No volvió a molestarla ni a dirigirla la palabra. Al poco, pidió el finiquito y fue indemnizada como si hubiera sido ella la gerente de la empresa.

A Gabriela la llegada de estas chuquis tan bonitas no le hizo mucha gracia, al principio. La tranquilicé al aclarar que solo compartirían escena con Toni cuando se hicieran las fotos con las autoridades o con los medios de comunicación. Luego fue otra cosa, no solo compartimos esos momentos, lo compartimos prácticamente todo.

En primer lugar nos alojábamos en los mismos hoteles, almorzábamos en los mismos restaurantes y hasta nos íbamos de copas a los mismos garitos. Todo era perfecto, funcionábamos como un equipo bien engrasado, todo el mundo sabía lo que hacer en cada momento. Existía buen ambiente, todos teníamos nuestro punto de humor y reíamos como chiquillos con solo mirarnos o hacer cualquier mueca. Nos sorprendíamos como bastante frecuencia y nuestras caras estaban casi siempre medio torcidas.

Bea dominaba el twerking y resto de las chicas el bullarengue, movimiento mucho más zafio. Con todos estos conocimientos previos se coordinaron y ensayaron algunos bailes en los que movían los culetes con verdadera maestría. La que mandaba el cotarro se llamaba Sara y tenía un trasero impresionante, me habían dado muy buenas referencias de ella. Después de cada lectura entraban en acción, se lucían de lo lindo dejando a toda la concurrencia ojiplática y más suave que un guante.

Después de Alcázar fuimos a Ciudad Real, Valdepeñas, cruzamos Sierra Morena, la Carolina, Torredonjimeno, Jaén, Sabiote, Grana capital…….y por fin tocamos costa.

Al cabo de unos días, después de cenar en una terracilla de Salobreña, les propuse tomar una copilla al borde del mar. Nadie se animó. La gente estaba algo cansada de tanto viaje y de tantas risas y marcharon al sobre.

No me resigné y salí solo a ver las estrellas. Caminaba descalzo por la playa cuando tropecé con Gabriela y Sara, estaban retozando en la arena y devorándose la una a la otra. Sus cuerpos estaban tensionados y sudorosos, y como la mostaza caducada, ganaban con los años.

Sara tomando el sol en una postura bastante extraña

Sara tomando el sol en una postura bastante extraña

¿Pero no decíais que nada de copichuelas, que estabais agotadas? –pregunté con cierta retranca.

-Necesitamos tranquilidad, necesitamos intimidad, vete de paseo, vete a paseo, o mejor a pasear tu solo –me dijo Gabriela.

Tomé un copazo en un garito playero y me fui a dormir. Por la mañana me puse tibio con el desayuno del hotel, como siempre. Había varios periódicos amontonados en un extremo de la barra y cogí uno al azar. Era un periódico local llamado Costa Tropical. En primera página aparecía el extraño suceso acontecido la noche anterior, dos turistas que habían muerto tragadas por una de esas máquinas infernales que limpian nuestras hermosas playas, que habían dado nosecuantas vueltas por el torno del rastrillo y que estaban irreconocibles. Que las habían sacado de la tolva de ese trasto en un estado lamentable.

Esas máquinas infernales

Esas máquinas infernales

Me quedé pensativo por un instante y llamé a Sara para preguntar cómo habían pasado la noche. Nada, no contestaba nadie en su habitación.

Mandé un wasape al grupo de marras y me contestaron que no las habían visto.

Fui a la recepción y pregunté por el mayordomo de guardia y por su llave maestra. Subimos todos en comandita. Al abrir la puerta el tipo quedó sorprendido y nos miró.

-¿Es esta la habitación de sus amigas?

Afirmamos todos con la cabeza.

-Esta habitación está sin ocupar. Debe haber un error en el registro.

Entramos todos en tropel y echamos un vistazo. Yo me dirigí al baño y observé que había un chicle pegado en el perfil de arriba del espejo, algo que Sara siempre hacía y pocas veces limpiaban las camareras de planta.

Nos miró y todos confirmamos que esa habitación era la de Sara, no había duda, las mismas vistas por la ventana, los mismos cadáveres de mosquitos en las paredes, la misma tele, el mismo cenicero…..todas las putas habitaciones de los hoteles son iguales y no te das cuenta que te has equivocado hasta cuando te vas a lavar los dientes y extrañas el cepillo, que no es el tuyo. Pero bueno, esa era la habitación de Sara. Bajamos todos en comandita hasta el recibidor. Una amable recepcionista del hotel miró el registro y confirmó que esa habitación había sido devuelta la noche anterior. Que sus inquilinas se marcharon y que habían dejado la neverita medio temblando, que solo había una lata de aceitunas y una manzana bastante madura, por lo que llevaría allí varios días.

¡Vaya datos más concretos que ofrece esta muchacha! -pensé.

Unos días antes la relación se había hecho más visible. A Gabriela y a Sara se las veía juntas a todas horas. Toni se fue irritando poco a poco y pasaba el día malhumorado. Yo le di un buen consejo que no venía mucho a cuento pero que me gusta decírselo a los amigos.

-Como decía aquel, si luchas puedes perder, si no luchas estás perdido.

-Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó, y viví el tiempo que me amó –me contestó el jambo.

Las actuaciones que hacía con Gabriela se convirtieron en simples bolos sin ninguna gracia. En las lecturas de poesía se le percibía ausente y distante. Se le estaba jodiendo el carácter y a todos el resto el verano.

Me insinuó que hiciera algo, que pusiera fin a esa maldita relación. Investigué un poco el pasado de la pareja y resulta que tanto Sara como Gabriela tenían unas yayas muy ricas, pero aquello no podía solucionarse de ese modo.

Amigo Toni, te jodes y te aguantas, las cosas son así y así se las hemos contado –le dije al perturbado artista.

Paula con peluca rubia en su perfil del facebook

Paula con peluca rubia en su perfil del faccebook

Al rato llegaron al hotel varios coches de policía. Al mando de todos ellos estaba la comisaria Rodrigues, Paula Rodrigues Bento, así se presentó. Una mujer seria a la que no le sobraba ni un gramo de grasa, delgada, enjuta pero grácil, todo músculo y delicadeza, mirada profunda y perspicaz, pelo corto y moreno, ojos verdes y felinos. Esta tipa tenía genes de varios continentes.

El gerente del hotel habilitó un pequeño salón y por allí fuimos pasando todos de uno en uno para dar nuestra versión de los hechos. El último que las había visto con vida el día anterior era yo. A Paula le comenté el encuentro nocturno en la playa y le entregué una foto de Gabriela del día anterior.

Gabriela el día anterior

Gabriela el día anterior

Cuando salió Toni pude escuchar que le decía a la comisaria: -La vida no es más que un interminable ensayo de una obra que jamás se va a estrenar.

Me coge del brazo y me lleva a un pequeño jardincito interior del hotel que servía de distribuidor y dice susurrándome al oído.

-A esa mujer le pasa algo muy raro. Los polis están todos locos, sus parejas no les aman, sus hijos les temen, cuando salen de copas solo hablan de tonterías.

No le hice mucho caso y volvimos a dentro. Me coge del brazo la comisaria y dice susurrándome al oído:

-Su amigo está como una regadera, está completamente chiflado. Me ha dicho durante el interrogatorio que no existen preguntas sin respuesta, solo preguntas mal formuladas.

-Todos nos volvemos locos alguna vez, – contesté.

Yo estaba bastante consternado por la pérdida de Sara, con lo bien que movía el culete. A Toni no se le veía nada afectado por la pérdida de Gabriela, como si nada hubiera ocurrido.

agentes de la policia científica abandonando la playa-4

Agentes de la policía cientifíca, uno de uniforme y otro de incógnito

Paula me dijo que tal como habían quedado los cadáveres era imposible, de momento, hacer una sesión de reconocimiento. Que sus compañeros de la científica estaban intentando reconstruirlos, al menos separar los trozos de un cuerpo y los del otro. Así que hasta dentro de unos días no podríamos confirmar si realmente se trataba de ellas.

 

-En cualquier caso, no abandonen el país hasta que esto se resuelva.

Agentes de la científica inspeccionando el fondo marino

Agentes de la científica inspeccionando el fondo marino

Les propuse al resto del equipo seguir con la gira hasta que la juez nos llamara para realizar la sesión de reconocimiento. No nos moveríamos mucho. Las siguientes etapas eran en Roquetas de Mar, San José, Garrucha, Xátiva y Peñíscola.

Sorprendentemente, a todos les pareció bien.

No es que yo fuera tan duro como para pasar página con el suceso. Había sido idea de Paula. Prefería que siguiéramos con lo nuestro durante la espera. Ella se integraba al equipo de gogos y así perfilaría el carácter y temperamento de cada uno de nosotros, además, dominaba el bullarengue y remplazaría a Sara en esa difícil tarea.

-Nunca lo hubiera imaginado –pensé.

Llevaba un chino delante de mí que balanceaba los brazos al andar de forma exagerada y descoordinada, se mete en un portal. Me cruzo con una china pequeñaja que arrastra una maleta naranja con ruedas llena de pegatinas de vuelos y más vuelos. Llego al hotel y la recepcionista es también una china petarda que está hablando por teléfono con alguien en chino. Pienso que he sido abducido y trasladado a la china capuchina.

Paula me zarandea y grita DESPIERTA, DESPIERTA CHAVAL. Me pregunta que qué pasa. Me despierto todo sudoroso y con inicio de taquicardia, la comisura de los labios llena de saliva y de arena seca.

-Un mal sueño. ¡Pensaba que me comían los putos amarillos!

Tanto tinto de verano tiene sus consecuencias, es percibir la brisa marina y entro en un trance que me traslada a otros mundos.

Cosas que aparecen cuando baja la marea

Residuos orgánicos con marea baja

Estábamos en la peligrosísima playa de las Escobetas, ya en Garrucha, y me había quedado dormido bajo la sombrilla. Esta playa tiene una resaca de mil diablos y cuando baja la marea deja en la arena multitud de restos orgánicos de todo tipo.

Mis gogos saliendo de la playa de las Escobetas-2

Mis gogos saliendo a la carrera de la playa de las Escobetas

A nuestro lado estaba Toni. La playa y el sol le sentaban estupendamente. Llevaba una visera y unas gafas de sol con protector de nariz incluido, camisa larga y bañador turbo estampado de flores.

Junto a nuestras sombrillas había unas tumbonas en donde reposaban nuestras gogos.

-Pero no tienes calor, mon amour –le pregunta Elizabeth a Toni.

Elizabeth era una fantástica nativa de la Martinica y la última incorporación al equipo de gogos, llevaba en nuestro país apenas un año.

-Cómo decía aquél… ¿camisa de manga larga?, siempre –contestó.

Paula me miró, frunció los ojos y puso cara de sorpresa.

Las latinas gesticulan con los ojos una barbaridad, las negras entornan sus ojos como caén las hojas en otoño.

-¿Tienes sangre latina? –pregunté.

Soy de Cabo Verde por parte de padre, y de la Guaíra brasileña por parte de madre. Nací en el Pedernoso por casualidades de la vida.

Mi padre fue uno de los ideólogos del Partido Africano para la Independencia de Cabo Verde (PAICV). Coincidió con mi madre en un concierto de Milton Nascimento en el Clube da Esquina, en la pequeña ciudad de Belo Horizonte, al norte de Brasil.

La madre de Milton surgiendo del agua

La abuela de Milton surgiendo del agua

Creo que fui engendrada en el tema Paisagem da Janela que cantó el bueno de Bituca con Mercedes Sosa en sus rodillas. A principios de los 80 mi padre tuvo que salir por piernas del país y cruzó el charco.

-Esa fusión de genes y ritmos armónicos dio como resultado a esta mujer encantadora –pensé para mis adentros.

Concierto de Milton - Mi madre es la que se lo pasa tan bien

Concierto de Milton. La madre de Paula es la que se lo pasa tan bien

Habían pasado ya unos días y la poli no era capaz de juntar el rompecabezas. Los restos orgánicos rescatados del interior de aquella máquina infernal comenzaban a ponerse de todos los colores, a crecerles el pelo y a emitir un hedor repulsivo. Los agentes de la científica comenzaron a pedir bajas laborales. La única persona que quedó a cargo fue la sargento Margarita Cienfuegos, que juró ante sus antepasados que resolvería aquel jeroglífico.

Mientras tanto nosotros seguíamos con la gira. Las próximas dos noches actuábamos en un garito del supuesto casco histórico de Roquetas de Mar, que lo único histórico que tenía era a cuatro viejas que comían pipas junto al ayuntamiento.

Coincidimos con el día grande de un festival de música antigua. El pueblo estaba bastante animado y lleno de progres con sandalias de cuero.

El lugar era un pafeto inglés al que llamaban Bar Manolo. Como siempre estos guiris muy originales. Entrabas por una puerta pequeña y pesada con un ventanuco de cristal muy grueso y lleno de pegatinas. En el zaguán de entrada tenías a un gordo cabrón con la cabeza pelada y tatuada sacado de alguna factoría de conservas de Southampton, con una mesita y un talonario de entradas, un tampón para sellar documentos y nada más. Bueno sí, una colega pelirroja y delgaducha de coloración rosita que lo único que hacía era mirar.

Al pasar junto a ella la miré y le guiñé el ojo izquierdo. No domino mucho lo de guiñar los ojos y retorcí toda la cara. Ella se quedó algo sorprendida y abrió levemente la boca, sacó una lengüecilla también rosita y brillante y humedeció los labios. Paula se coscó de la situación y me golpeó con su rodilla el muslo para que avanzara. Tuve esa pierna descontrolada parte de la noche.

Cuando pasabas ese portazgo te encontrabas con un bareto minúsculo forrado de moqueta roja y luces bajas, de intensidad y de altura, ya que estaban todas en el suelo, salían de la tierra, brillaban hacia el cielo, parecía que caminabas sobre el fuego. Paula me dio otro rodillazo y deje de pensar en las luces.

Interior del pub

Acceso a la sala

A continuación, unas escaleras que bajaban a la sala de actuaciones en cuestión. Aquello era un poco más amplio, solo un poco, para un aforo de 50 o 60 personas, y nosotros ya éramos 9. Había un pequeño escenario con tarima de forma circular, con un foco iluminando un taburete que había en medio, unas cuantas sillas delante y el mobiliario típico de un antro guiri consistente en sillones y sofás haciendo pequeños círculos en donde se cocían los compatriotas.

Esa noche Toni hizo una lectura memorable. Recitó uno de los poemas más bellos que había escrito. Hablaba de arena, de la luna, de la brisa y de los ajos. Como colofón dijo -Prefiero morir ahora que prolongar mi muerte si no tengo tu amor. Y nos miró a nosotros.

Paula tomo nota y me susurró al oído –este chaval no solo está como una regadera, sino que es más cursi que el arcoíris.

-A esta chavala no le gusta el arcoíris –pensé.

En el entreacto del recital de poesía y el bailoteo de mis muchachas, se acerca a nuestro reservado y se sienta a mi lado la pelirroja de la entrada. Paula había ido a los camerinos a investigar al equipo.

¡Hola, me llamo Lisa McCarthy! Nieta del padre de la inteligencia artificial. No me dedico a la programación, pero soy un portento en el pensamiento lógico, algo que me viene de familia –me dice la chavala.

Esa fue su presentación.

-A mi me llaman Bronco, soy un tipo divertido y me dedico a gestionar ilusiones – esa fue la mía.

Tenía unos pantaloncillos de licra bastante ajustados y no llevaba sujetador.

-Se a lo que te dedicas. También sé que habéis perdido a dos amigas en Salobreña y que el poeta tiene casi todas las papeletas. Pues he de decirte que el bueno de Toni nada tiene que ver con su desaparición -me dice la petarda.

¡Vale, vale, vale! ¿Y tu como conoces tanto de nuestras vidas?

-Ayer estuve en una fiesta hippy en casa de un amigo y allí conocí a tu equipo de gogos. En plena orgía de chupichupi, cuando los efectos de empatía se apoderaron de nosotras, me contaron con pelos y señales lo que había sucedido hace apenas dos semanas. Sobre todo se fue de la lengua tu amiga Elizabeth, a esas criollas caribeñas que lo único que les gusta es el culto físico y el goce, en cuanto beben y se divierten aflora su sensualidad y el pecado sexual, además son indiscretas por naturaleza. Pero dicen que comportándose de esa manera se recrudece la relación espiritual con el santísimo.

-Ya sabes que esa maldita droga te facilita la conversación y favorece transmitir recuerdos con una gran carga emocional -le digo yo.

Esta chavala parecía que reflexionaba de verdad y comenzó a cautivarme.

Lo cierto es que Elizabeth era la expresión pura del placer y del glamour, y tiene como único objetivo el disfrute de la vida en todas sus versiones. Para prepararse y conseguir tan alto fin, otras muchas necesitan modificarse de cuando en cuando el rostro en centros de estética y cultivar sus físicos en gimnasios con estupendos efebos musculados. A Elisabeth todo eso le venía de fábrica y mantenía un espíritu y un físico que solo producía felicidad y algarabía.

¿Que te pasa en los ojos, que los tienes tan cerraditos? -le pregunté.

-Nada de importancia. Tengo blefaritis seborreica, una inflamación de los párpados. Me tengo que limpiar los ojos con frecuencia, utilizo compresas calientes para tratar que se vaya disolviendo la grasa, y lágrimas artificiales para poder ir sobreviviendo.

-Esos trastornos de la piel son como consecuencia de tanto sol. A vuestra especie el sol mediterráneo os abrasa. ¿No será contagiosa? –pregunté.

-No, no es contagiosa. Al parecer se debe a un trastorno genético que padecemos toda la familia desde hace generaciones.

De pronto llega Paula, nos mira a los dos y nos pregunta que que tal lo estamos pasando. Al pasar a sentarse me da otro rodillazo en el muslo. Las presento. Lisa, esta es Paula. Paula, esta es Lisa.

-Paula es la agente que está llevando el caso, es una de las mejores y sesudas investigadoras que tenemos en el país. Su perspectiva psicológica y sociológica la han convertido en una experta criminalista de fama internacional, y se la rifan para dar conferencias en simposios y certámenes de todo el mundo.

Paula me metió otro rodillazo por debajo de la mesa y me miró con ganas de asesinarme.

-Lisa está al tanto de todos los acontecimientos. Coincidió ayer con las chicas en una fiesta y la informaron de lo sucedido. Mientras estabas investigando al equipo, me ha dicho que domina el pensamiento lógico, que su especialidad está en comprender las relaciones humanas y todo lo que les rodea, y que su capacidad de análisis y abstracción e imaginación en este asunto está fuera de toda duda y que nos vendrá muy bien para resolverlo.

-Piensa que Toni nada tiene que ver con el asunto -añadí.

Lisa reflexionando en su hotel

Lisa reflexionando antes de la blefaritis

-Y si te mira así no es porque tenga fobia a los agentes de la autoridad, sino porque tiene blefaritis genética, pero no te preocupes porque no es contagiosa.

Termino de decir esto y recibo otro rodillazo en el muslo, en este caso de Lisa.

Se interrumpió la conversación cuando las chicas comenzaron a bailar y a contonear sus gráciles figuras. El noventa por ciento de la concurrencia estaba ebria, el diez por ciento restante se había dormido.

Estos guiris, como a medio día tienen un almuerzo muy ligero a base de ensaladas y sándwiches, en la cena se ponen hasta arriba de salchichas, carne fileteada y puddin. Como tienen mucha hambruza y el dinner lo hacen muy temprano, a las diez de la noche están todos borrachuzos.

Disfrutaron todos de lo lindo. Esa noche las chicas bailaron al ritmo del dancehall, ritmo jamaicano que hunde sus raíces en el reggae, pero con unos movimientos mucho más frenéticos. Este baile se ha convertido en una inspiración para los amantes del twerking.

Enorme ovación de los concurrentes, bailaron con ellas durante veinte minutos y todo el mundo a dormir la mona a sus hoteles.

Salimos en comandita y nos fuimos a tomar algo a un chiringuito en la playa que se llama Nido, y conozco a su propietaria.

Nos sentamos en mesas aparte, por un lado mis gogos y Toni, y en otra las cabezas pensantes en la reflexión y el comportamiento humano.

Paula nos dijo que analizando los hechos acontecidos y observando a los diferentes integrantes de la troupe, Toni era el que presentaba un perfil de sociópata más acusado, con serios trastornos de personalidad. También nos dijo que dominaba a la perfección las artes escénicas, que no tenía el más mínimo sentimiento de culpabilidad y que le molesta la gente de su entorno que tiene aptitudes artísticas.

Lisa la interrumpió y nos dijo que consideraba a Toni como un estúpido presuntuoso, irritable, soñador y algo ñoño, pero nada más. Es un individuo que carece de personalidad, que se deja absorber por el que comparte bonitas experiencias y como consecuencia, pierde el control de la situación. Ante tal cúmulo de contradicciones, la persona que tiene a su lado tiende al alejamiento.

-En fin, Toni es un ser ridículo, mentiroso e inestable, pero no creo que sea un asesino de mujeres -añadió.

-Duelo de titanes -pensé.

Nos quedamos todos pensativos. Yo intentaba procesar tanta sabiduría social y emocional. Acabé la copa, me tomé otra de un trago y propuse a mis grandes pensadoras darnos un bañito en la playa, para refrescar las neuronas. Al menos las mías estaban algo entumecidas. Mientras las activaba, se acercó Lisa y me hizo una aguadilla. Al salir del océano, me cogió Paula del brazo y dijo que nos íbamos a dormir.

Nos vestimos y nos fuimos. Quedamos en vernos al día siguiente en el desayuno.

A las seis y media de la mañana suena el busca de Paula. Lo coge y lo mirá: ABRE TU CORREO Y MIRA LO QUE TE HE ENVIADO. Era un mensaje de la sargento Margarita Cienfuegos.

Eran los resultados de las analíticas realizadas a los restos hallados en la máquina infernal de la playa de Salobreña.

Se trataba de restos de una señora de avanzada edad de nacionalidad galesa y de un suido doméstico que respondía al nombre de Cynfor, nombre gales que significa “gran jefe”. Esto último lo ponía en la chapa indentificativa del desgraciado animal.

Cerda vietnamita antes de salir a la playa

Cynfor antes de salir a la playa

Además, habían reconocido uno de sus zapatos y habían logrado descifrar el pasaporte que tenía en el bolso. Vivía en una casita de pescadores al borde de la playa en compañía de su cerdo vietnamita. Que salían todas las noches a refrescarse y que la de autos se habrían quedado dormidos en la arena. Todo el vecindario les conocía y habían identificado la reconstrucción del careto de Cynfor. CASO RESUELTO.

Nos quedamos pensativos, nos quedamos de piedra. Intuyendo que esas noticias podrían acabar con nuestra bonita relación, hicimos el amor de forma desenfrenada hasta las siete y media, que comenzaba el buffet libre y habíamos quedado con Lisa para desayunar.

Bajamos a desayunar de los primeros. Allí estaban Lisa y la sargento Cienfuegos con cara de no haber dormido en dos meses y medio.

Había traído una serie de muestras en bolsitas de plástico. Y un informe de doscientas páginas en donde se describían los hechos, las analíticas llevadas a cabo y todos los gastos que había ocasionado la investigación.

Nos quedamos estupefactos.

Se incorporó al desayuno de trabajo el bueno de Toni. Le puse al corriente de las investigaciones. Se quedó pensativo y nos dijo –Siempre se llega a alguna parte si se camina lo bastante.

-Encuentra a alguien que ames y vive como si cada día fuera el último. ¿Quién es esta agradable muchachita de ojos rasgados? -preguntó.

Fue decir esto y a Lisa se le iluminaron sus pequeños ojitos.

Paula y la sargento revisaron todas las pruebas. Le rogamos a Toni que nos leyera el voluminoso informe policial, ya que estaba habituado a realizar lecturas inaguantables.

Al cabo de tres horas y media acabó con el maldito informe. Habían tenido que reponer en varias ocasiones el buffete, sobre todo las cazuelillas de beicon reseco y salchichitas.

Las pesquisas hacían un pormenorizado relato de todos los acontecimientos, además de un detallado perfil psicológico de cada uno de nosotros, que Paula había ido mandando a su colega durante la tourné.

En concreto, el informe decía de Toni que se trataba de un ser voluble, inconstante y a veces soñador. Que no tenía coartada la noche del incidente, pero parecía poco probable que se hubiera encargado de la abuelita y de su cerdito Cynfor.

– Francamente, querida, me importa un bledo lo que pienses -le dijo Toni a la sargento.

– Mamá siempre decía que la vida era como una gran caja de chocolatinas. Nunca sabes cuál te puede tocar -añadió el colega.

-Creo que este es el principio de una hermosa amistad -dijo Lisa.

Las investigaciones habían resuelto el espantoso suceso de la playa, pero entonces -¿que ha ocurrido con la atractiva Gabriela y con el trasero de Sara? -pregunté.

Aquel desenlace nos dejó a todos pensativos hasta que Paula dio un manotazo en la mesa. Nos dijo que ese era otro caso y que había dado órdenes a la Interpol para que las buscaran a través de todas las oficinas satélite que tienen desperdigadas por el mundo.

Quedaban pocas etapas de nuestra gira literaria y la gente estaba algo cansada. La resolución del caso, bueno, del caso de Salobreña, bueno, más bien la lectura de Toni, abortó definitivamente nuestra gira.

Gabriela y Sara saltando de alegría-4

La sargento y una amiga corriendo por la playa

Quedamos en realizar la función que estaba ya más que planificada en San José y cada uno a su casa. Paula mandó de vuelta a la sargento Cienfuegos, le dijo que no se relajara y que la tuviera al tanto de las investigaciones, que la veía un poco floja últimamente. Que se diera un baño rápido en la playa y que volviera al tajo.

-que dominante es esta mujer -pensé.

Paula decidió seguir con nosotros hasta el final de la gira y luego pedir unas semanas de permiso. Tanta pesquisa estaba acabando con su habitual contundencia y necesitaba refugiarse en algún paraje solitario.

Toni agarró a Lisa del brazo, se apoderó de ella y le dijo -el tiempo se agota y me temo que nuestro amor no puede ser cosa pendiente.

Hacían una buena pareja. Lisa nos acompañó a San José.

En esta bonita población se celebraba un Certamen Internacional del Cuento, al que acudían escritores, gentuza del mundo de espectáculo y del entretenimiento e incluso algún académico.

La tertulia literaria se celebraría en un restaurante costero llamado Doña Pakita, del que conocía a su propietaria.

Un día antes recibimos una postal de Sara y de Gabriela desde la playa de las Salinas en la isla de la Martinica.

Reuní a todo el equipo y les leí la postal. Nos contaban que el amor que sentían la una por la otra era de gran intensidad, que Gabriela se sentía enferma y triste con Toni, que se habían desentendido de todo y que vivían en un estado placentero permanente.

Gabriela y Sara tomando algo en la playa

Grabiela y Sara tomando algo en la playa de las Salinas

-Es bueno tener un sitio donde ir cuando las cosas van tan mal -dijo Toni.

-Hay veces que una mujer tiene que luchar tanto por su vida que no tiene tiempo de vivirla -dijo Lisa.

Nos quedamos todos algo desconcertados y aliviados a la vez y volvió la alegría de vivir.

-Que pasión el poder volver a reír con vosotras -les dije.

Decidimos por unanimidad romper la postal, que siguieran las investigaciones y finalizar la gira.

Esa velada en San José fue apoteósica y da para otro relato mucho más interesante.

FIN

 

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